Una noche, mientras paseaba por las calles de la ciudad, me detuve a observar a las personas de la calle. Lo que vi fue sorprendente, en la mirada de muchos había dolor, tristeza, amargura, decepción y maldad. Niños abandonados, jóvenes delincuentes, jovencitas en biquinis en las esquinas, asaltos, padres e hijos peleando, policías siendo sobornados, y policías engañando a los pobres, jueces haciendo a un lado a los pobres, etc. ¿Pero qué está pasando en el mundo? Es increíble.
En el principio el mundo era un cuadro pintado de colores, tan bello y tan dulce, pero, hoy en día se ha convertido en un mundo gris, oscuro y amargo como el ajenjo. Usted sabe ¿Por qué?... Podrá haber muchas razones y unas de las cosas, es porque muchos corazones están desfallecidos a falta de conocer el verdadero amor de padre... De un padre que tanto anhela amarnos, cubijarnos con sus brazos, como la gallina a sus polluelos. El mundo cada día está amargo y violento... No es porque Dios quiere, si no, es porque los hijos no quieren acercarse, ni conocer al verdadero padre que nos regalo la vida. Hay muchos que dicen y se preguntan: "Si Dios existe"¿Por qué tanta maldad en el mundo?... El problema no es que Dios no existe. O es problema de Dio. Estoy convencido de que ¡Dios sí existe! El problema es que las personas somos los que no queremos acercarnos a Dios. Mientras Dios nos dice: He aquí Yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él y cenaré con él y él Conmigo. Apocalipsis 3:20. Mientras no acercamos nuestro corazón a Dios, la maldad y el mundo será un mundo gris y oscuro. Si queremos cambiar el mundo, debemos escuchar el llamado de Dios y abrir la puerta de nuestros corazones.