viernes, 13 de febrero de 2009

MODELO DE UNA MUJER VIRTUOSA

Las cualidades de una mujer virtuosa, Dios describe en su palabra (Proverbios 31:10-31)
LABORIOSIDAD (31.13–22)
Mujer trabajadora. Ya sea que cosa, cocine, cuide a sus hijos o ayude a su marido en el negocio de la familia, es fiel en hacer su parte.
Ella trabaja con diligencia (v. 13); no es asunto de compulsión sino de compasión. Ama a su esposo y por consiguiente procura complacerlo. Es un maravilloso principio del matrimonio: vivir para agradar al otro.)
Esta mujer ideal no pasa la mañana en la cama; se levanta temprano para hacer sus tareas (v. 15) y, si es necesario, se queda hasta altas horas de la noche (v. 18).
Mientras que hay algunas emergencias y situaciones que requieren que las mujeres trabajen fuera de su casa, debe recordarse que incluso allí su primera responsabilidad es hacia su familia.

MODESTIA (31.23–26)
A su esposo lo conocen en las puertas; a ella por su fidelidad en el hogar. Hombre y mujer tienen lugar en la economía de Dios y cada vez que alguno se sale de su lugar, hay confusión y problemas. Por supuesto, el hecho de que el hombre sea cabeza no significa dictador, sino más bien ejemplo y liderazgo en amor.
El versículo 25 sugiere que la mujer piadosa no depende de vestidos lujosos para tener éxito; viste «fuerza y honor» en su ser interior.
Pedro escribe acerca de los atavíos externos extravagantes y del atavío interno de «mansedumbre y espíritu humilde» (1 P 3.3–4). Pablo ordena a las mujeres que vistan «con modestia» (1 Ti 2.9) y que dependan de la belleza espiritual, no de la artificial del mundo. El versículo 26 nos dice que la mujer piadosa se cuida tanto por lo que habla como por su vestido. Qué maravilloso es cuando «la ley de clemencia» gobierna la lengua.

PIEDAD (31.27–31)
«La mujer que teme a Jehová, esa será alabada». Este es el secreto de su vida: teme a Dios y procura obedecer su Palabra. Sin duda debe levantarse muy de madrugada para meditar en la Palabra y orar. Todo el día orará por su esposo y su familia. Su verdadera belleza es la interna; con el correr de los años su cuerpo cambiará, su belleza en el Señor sólo aumentará. Su alabanza procede de Dios. «Siempre hago lo que le agrada».
¿Cómo alaba Dios a esta mujer? Bendiciendo sus trabajos y su vida. El fruto de su vida la alabará. Sin duda cosechará «vida eterna» porque ha sembrado para el Espíritu, no para la carne (Gl 6.7–8).

Su esposo e hijos también se levantan y la alaban. Cuánta necesidad hay en la actualidad de esposos e hijos que muestren constantemente su aprecio por lo que la esposa y madre hace en el hogar. Una de las más grandes debilidades en muchos hogares de hoy es que los miembros de la familia suponen que eso es lo correcto. Los esposos necesitan dar un buen ejemplo ante sus hijos alabando con franqueza al Señor y a la esposa por las bendiciones del hogar. Con cuánta frecuencia una esposa dedicada se sacrifica por la felicidad del hogar y nunca recibe ni siquiera un simple «gracias». Qué pecado de falta de aprecio hay en nuestros hogares. Esta distinción no debe reservarse sólo para el Día de las Madres o Navidad; más bien, debe mostrarse todo el año. La gratitud es una virtud cristiana maravillosa. Cada hogar necesita cultivarla.
Por supuesto, ¡las mismas cualidades deben verse también en el hombre de la casa! Cuán a menudo vemos a una mujer piadosa sufriendo pacientemente por un marido carnal y mundano. La Biblia no conoce nada de un «standard doble» para esposas y esposos. Es importante que el esposo sea espiritual, leal, laborioso, etc. En el plan de gracia de Dios se ha ordenado que tanto esposos como esposas sean necesarios en el hogar, y que cada uno cumpla ciertos ministerios especiales. Uno no puede reemplazar al otro, aun cuando en algunas emergencias (tales como la muerte de uno de los cónyuges) Dios ha dado gracia a una persona para ser a la vez «padre y madre» en el hogar.
Los cónyuges deben vigilar siempre para que Satanás no se inmiscuya y destruya el hogar. Tienen responsabilidades espirituales, materiales y físicas el uno para con el otro, y si estas no se satisfacen, Satanás se pone a trabajar (1 Co 7.1–6; 1 Ti 5.8; Ef 5.21–33; 1 P 3.7). Es especialmente importante estar en guardia después que los hijos han crecido y dejado el hogar paterno, porque entonces se prueba la verdadera fortaleza del hogar. Un hombre y una mujer no debe decir nunca: «Nos quedaremos juntos por causa de los hijos». Que Dios nos ayude a escoger los cónyuges apropiados según su voluntad y a edificar la clase de hogares que glorifiquen su Nombre.
(Wiersbe, Warren W., Bosquejos Expositivos de la Biblia, AT y NT, (Nashville, TN: Editorial Caribe Inc.) 2000, c1995.)

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